Desde el Polo Norte hasta la Patagonia, la violencia de pareja íntima, también conocida como violencia doméstica, es un problema grave y preocupante que puede empezar desde la adolescencia. Cuatro de cada 10 mujeres en los Estados Unidos han sufrido algún tipo de violencia a manos de sus parejas íntimas. Y en México, Bolivia y Colombia, por ejemplo, de 5 a 6 de cada 10 mujeres han pasado por lo mismo.
¿Qué es la violencia de pareja íntima?
La violencia de pareja íntima o violencia doméstica incluye las agresiones sexuales, físicas y psicológicas, así como el acoso, por parte de cualquier pareja íntima actual o anterior. Se considera una pareja íntima a una persona con la que tienes una relación personal cercana, donde hay una conexión emocional y contacto regular físico y sexual. Una pareja íntima puede ser tu esposx, novix, compañerx sentimental, pareja sexual actual o anterior, o también alguien con quien estés saliendo (dating). No necesariamente tienes que vivir con esa persona para que se le considere tu pareja íntima.
¿Cómo saber cuándo hay violencia o agresión?
La violencia de pareja puede suceder de muchas maneras, por ejemplo:
- Agresión física: empujar, golpear, estrangular, jalar de los cabellos, etc.
- Agresión verbal: gritar, burlarse, denigrar, insultar, amenazar, llamar por teléfono insistentemente, quitarte autoridad frente a lxs hijxs, humillarte frente a otras personas.
- Comportamiento controlador: quitarte la independencia, hacer que te sientas mal contigo mismx, culparte de todo lo malo que sucede, mostrar celos excesivos –incluyendo por personas del pasado–, controlar cómo te vistes y con quién hablas.
- Agresión sexual y coerción reproductiva: hacer comentarios sexuales degradantes, obligarte a participar en cualquier tipo de actividad sexual o evento sexual no físico (como el sexting) aunque digas que no o no puedas dar tu consentimiento, presumir infidelidades, esconder o dañar tus anticonceptivos a propósito para provocar un embarazo, mentirte sobre el uso de anticonceptivos o condones, obligarte a abortar o a permanecer en embarazo contra tu voluntad.
- Agresión emocional: amenazar con hacer algo violento, obligarte a hacer cosas denigrantes, controlar tus actividades, crear miedo amenazando a tus hijxs, nietxs, mascotas, crear situaciones de crisis, avergonzarte y, en el caso de las parejas LGBTQ+, amenazar con dar a conocer públicamente tu orientación sexual.
- Agresión financiera o económica: destruir tus propiedades o posesiones o las de tus familiares, tomar dinero o negar dinero, restringir el acceso a las finanzas del hogar y negarte el acceso a tratamiento médico, no permitir que vayas a la escuela o al trabajo, u obligarte a trabajar.
- Negligencia: negar o no darte alimentos, albergue o productos de higiene personal cuando los necesitas y no atender tus necesidades cuando dependes de tu pareja.
Otra forma de violencia doméstica son los matrimonios forzados y el matrimonio infantil (que sigue siendo legal en algunos estados de Estados Unidos y en gran parte de América Latina).
La violencia de pareja no afecta por igual a todas las personas
La violencia de pareja íntima afecta a cada persona de forma diferente, dependiendo de cosas como la raza, identidad de género, orientación sexual, estatus socioeconómico y religión, entre otros. Por eso, ciertas comunidades son más vulnerables que otras a la violencia de pareja. En Estados Unidos, las comunidades transgénero y no binarias, negras y latinas sufren más violencia de pareja.
Para las personas latinas que viven en los Estados Unidos, puede ser difícil hablar de la violencia doméstica, y también pedir y recibir ayuda por cosas como el estatus migratorio, las barreras del lenguaje y la importancia de la familia. Muchas veces, la misma comunidad puede presionar a las víctimas a quedarse con sus agresores “por el bien de la familia”, o las víctimas no buscan ayuda por temor a la deportación o porque no saben a dónde ir a pedir ayuda.
Por otra parte, el racismo sistémico que existe en los Estados Unidos es una de las causas de que la comunidad negra tenga los índices más altos de violencia doméstica, en personas que se identifican como hombres y en personas que se identifican como mujeres. Una larga historia de leyes y políticas discriminatorias y racistas, las cuales han resultado en falta de acceso a oportunidades económicas, servicios de salud y educación, y apoyo por parte de instituciones gubernamentales para las personas negras, aumentan el riesgo de violencia en esa comunidad. Por otra parte, muchas personas negras víctimas de violencia doméstica no piden ayuda por temor a la brutalidad policial, a terminar en la cárcel injustamente o a perder a sus hijxs a manos del gobierno.
Todxs podemos ayudar
Es muy posible que tanto tú como yo conozcamos a una víctima o sobreviviente de violencia doméstica, aunque no lo sepamos. Si alguien que conocemos nos confía su experiencia, escuchar y darle el espacio para hablar es una excelente manera de apoyar.
Una de las cosas más importantes que podemos hacer es NO juzgar. Es muy fácil opinar desde afuera, cuestionar por qué las personas se quedan con sus agresores o por qué tomaron determinadas decisiones. Hay muchas cosas que pueden influir en las decisiones de las personas en esta situación, como la cultura, temas económicos, migratorios o religiosos, además del trauma que causa la violencia doméstica.
Es normal que lxs sobrevivientes de violencia doméstica sientan vergüenza, confusión y miedo. Lo mejor es escuchar atentamente, sin interrumpir, sin dar consejos ni opiniones que no nos han pedido. Puede ayudar hacer preguntas abiertas y validar su experiencia y sentimientos, sin minimizarlos para afirmar que lo que vivieron es real, que lo que vivieron no es su culpa, y que merecen atención y cuidados.
Finalmente, es importante respetar sus límites y no forzar las conversaciones. A veces la mejor forma de apoyar es simplemente acompañar a la persona, incluso cuando necesita estar en silencio.
Si tú o alguien a quien conoces está pasando por una situación de violencia doméstica, pueden buscar apoyo llamando, chateando o mandando mensaje de texto a la línea de ayuda National Domestic Violence Hotline.
Y finalmente, recuerda que NADA justifica las agresiones y que la víctima NUNCA es responsable de las acciones del agresor.
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